15 de enero de 2024

Fantasía de una tarde invernal

Invierno

Es el primer verdadero día de invierno de toda la temporada, aunque hace ya semanas que sobrevivimos el trayecto de las horas más oscuras del año, y llegamos de este lado a unas tardes plateadas y a nuevas marcas en el calendario. No sé por qué en estos días en que el agua se congela el aire se respira más limpio, pero es lo que sucede. Sale uno y quiere despegar hacia adentro de no ser por esa energía que infunde los pulmones, como si fuera un oxígeno más puro.

Y entonces me acuerdo de los días más fríos de mi vida: de la nieve enlodada mientras cambiaba un neumático pinchado en la Northern Boulevard; de una caminata nocturna y solitaria por la helera de Albany; de una mañana remota en que tanteaba sobre un piso congelado en el campus de la universidad a que me había ido a matricular en el Bronx, y de cómo mis zapatos chinos no servían para esa superficie. Mis rodillas temblaban, pero seguí; di el siguiente paso.

Por muy solitarios que se sintieran, a esos días fríos les sucedieron otros cálidos, incluso hasta llegar al mareo.

Significa algo todo eso: Hay otro tipo de frialdad, esas soledades que no necesariamente tienen que ver con encontrarse sin compañía, sino de tiempos en que parece que uno ha llegado a algún espacio muerto, a un callejón sin salida o a la orilla del muelle, y la vía no da más. Se tira uno, o se devuelve.

Me he tirado. Estoy entre dos orillas, pero por lo menos estoy nadando.


4 comentarios:

Joselu dijo...

Hermoso poema en prosa sobre la experiencia del frío. Por lo menos estás nadando entre dos orillas tras tirarte.

Envidio dicha sensación de frío, dado que aquí en Barcelona los inviernos son muy suaves y raramente pasamos frío, aunque aquí ocho grados parece que es una temperatura extrema. En mi niñez, en Zaragoza, viví inviernos más crudos y los evoco con nostalgia. Si la casa de uno está caliente, puede afrontarse el frío externo con comodidad.

Un placer leerte en tu casa neoyorquina. Un abrazo.

Víctor Manuel dijo...

Gracias, José Luis. Cuidado con añorar el frío que como anda el clima tal vez te toque (aunque entiendo, entiendo...).

Argénida Romero dijo...

Llegar a un espacio muerto, ires o lanzarse. ¡Qué bien me cae leer estas líneas ahora! Estoy jugando en estos días con un yoyo en un espacio muerto. Creo que me falta decidir si retroceder o lanzarme. Y no se nadar.

Víctor Manuel Ramos dijo...

Pues ya sabes, a nadar solamente se aprende nadando, pero se puede comenzar por la orilla. Saludos.

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