15 de enero de 2024

Fantasía de una tarde invernal

Invierno

Es el primer verdadero día de invierno de toda la temporada, aunque hace ya semanas que sobrevivimos el trayecto de las horas más oscuras del año, y llegamos de este lado a unas tardes plateadas y a nuevas marcas en el calendario. No sé por qué en estos días en que el agua se congela el aire se respira más limpio, pero es lo que sucede. Sale uno y quiere despegar hacia adentro de no ser por esa energía que infunde los pulmones, como si fuera un oxígeno más puro.

Y entonces me acuerdo de los días más fríos de mi vida: de la nieve enlodada mientras cambiaba un neumático pinchado en la Northern Boulevard; de una caminata nocturna y solitaria por la helera de Albany; de una mañana remota en que tanteaba sobre un piso congelado en el campus de la universidad a que me había ido a matricular en el Bronx, y de cómo mis zapatos chinos no servían para esa superficie. Mis rodillas temblaban, pero seguí; di el siguiente paso.

16 de septiembre de 2023

Buscando finales felices

Ernest Hemingway mirando un pez vela
Puede un hombre que haya sufrido las aventuras de un caballero triste entregarse aún a las más quijotescas aventuras con conocimiento de causa de la mofa que recibirá y del final patético que le espera. Puede una mujer que haya muerto dos veces, una arrojándose a las vías con Anna Karenina y la otra con el trago amargo de Emma Bovary, entregarse con toda pasión a la intimidad más arriesgada. Siguen saliendo hombres tras la caza de la ballena de Moby Dick o el marlin que el viejo Santiago ató a su bote, a saber de que sería carne para tiburones.

Y siguen muchos enamorados sin voluntad gritando a la maga, perdidos en sus laberintos de memorias y palabras sin trama. Otros luchando toda una vida para comprar aquella propiedad cerca de la bahía y ver la luz verde al otro lado del agua, muy cerca pero siempre inalcanzable en otros sentidos: porque la luz no se puede capturar; por eso.

6 de julio de 2023

Eileen Chang y la 'irrazonable realidad'

Eileen Chang, fotografiada en Hong Kong en 1954
En un período en que no podía viajar a ninguna parte, yo caminaba por las calles de Hong Kong en una tarde de primavera en que ciertas azaleas apasionadas asaltaban los sentidos con su rojiza intensidad, "quemándolo todo".

De pronto me adentraba en un mundo antiguo y nuevo a la vez, otro presente trastocado por el rumor de una guerra y una realidad que existía en la incertidumbre de la influencia colonial.

Caminaba yo tras los pasos de una muchacha de provincia que buscaba un mejor presente bajo el auspicio de una tía, y el personaje me llevaba hacia el interior de una casa, donde abría un armario y descubría como seguía existiendo en su contenido la China de otros tiempos a la sombra del progreso:
"El aire del pasado distante estaba allí -- decoroso, lánguido, desatado del tiempo. En ese armario no había una mañana brillante y clara como la que existía fuera de la ventana, con su pasto de verde plano, la cara muda y asustada, las cáscaras de maní en la comisura de la boca... toda esa sucia, complicada, irrazonable realidad".
Sabía yo que me enganchaba en una lectura que no podría soltar con los cuentos recopilados de Eileen Chang (o más precisamente, Zhang Ailing), una escritora grandemente desconocida en este lado del mundo que nos da por llamar Occidente. 

Ella vivía en ese mundo de la China amenazada por la guerra y la colonización y navegaba entre las culturas que chocaban entre tierra firme, islas y lugares distantes, viviendo en Hong Kong y en Shanghai en distintas etapas de esos conflictos, escribiendo en chino y en inglés. Se trasladó a Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial y de alcanzar cierto éxito como escritora en Taiwan. Murió en Los Ángeles, mayormente desconocida del lado del Pacífico.

Más leídas hoy

Más leídas del año

Girando en la blogósfera