16 de diciembre de 2020

Anna Karenina, o el triunfo de la desilusión

Lev Nikoláyevich Tolstói
Lev Nikoláyevich Tolstói

Contaba mi abuela que quien leyera la Biblia entera se volvería loco, y creo que se puede decir lo mismo de una novela de Leo Tolstói (o Leo Tolstoy, en su forma inglesa).

Este año empecé de nuevo desde las primeras páginas de Anna Karenina, que por lo menos en mi edición es un novelón de más de 800 páginas, y llegué al final a través del encerramiento de la primavera y los meses de pandemia por venir, según las variadas opciones de entretenimiento fuera de casa fueron clausuradas. Este fue un año que se prestó a estas largas ficciones del siglo diecinueve.

El conde Lev Nikoláyevich Tolstói  —ese era su nombre y en honor al estilo ruso habría que decirlo completo en segundas y terceras referencias, aunque sea para confundir— también se perdió y quizás enloqueció un poco escribiendo esta y otras novelas realistas.

En breve resumen (y no hay manera de resumir esto), Tolstói cuenta la historia de algunas familias de la aristocracia rusa (tantos condes, y príncipes y princesas que la sangre de casi todos los personajes parece ser de otro color) donde las relaciones maritales andan sufriendo, y como dice famosamente en su oración introductora, cada familia infeliz es infeliz a su manera (1). 

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