En Nueva York prescindí de cualquier cosa que se llamara privacidad, porque carecía de dinero para comprarla. Viví con mi esposa y primer niño en un sótano de esos donde la sala era a la vez el comedor y la recámara. El baño era un estuche al lado de la cocina. Nuestra vista consistía de unas ventanillas rectangulares a la altura del cielo raso, desde donde divisábamos nada menos que los pies de los vecinos que frecuentaban los botes de basura.
Recibíamos a las visitas allí, y lo único que dividía la cama y la cuna de los muebles de la sala eran unas finas cortinas que colgaban del techo.
En tales condiciones escribí mis primeros cuentos, tecleándolos a veces en la intimidad de las noches mientras escuchaba en la otra esquina los ronquidos armónicos de mi esposa y bebé.
Éramos felices, porque la felicidad solamente existe en el pretérito, cuando las inconveniencias del diario vivir han desaparecido como espejismo.
Para cuando tuvimos el segundo niño mejoraban nuestras condiciones, porque teníamos ya una recámara al menos, donde los pequeños nos acompañaban, todavía cercanos a nuestro lecho marital. Recibíamos las visitas en una sala de veras y mi esposa preparaba los alimentos en cocina aparte, pero el escritorio seguía en la sala, como parte íntegra de nuestra vida social. O lo que quedaba de ella.
Hubo madrugadas en las que me alumbraron los primeros rayos de la mañana pegado en el trance de la escritura.
Ese horario me dejaba como un estropajo. Por eso busqué una alternativa. Resolví que haría una cita conmigo mismo todos los sábados en la mañana. Junté unos ahorros y me compré una computadora portatil. La coloqué en un bulto que gané en un concurso y que preparé para la excursión sabatina, a quince minutos de camino. Recorría las calles de East Elmhurst hasta la Langston Hughes Public Library -- nombrada así para honrar a un escritor negro del que se sabe que pasó vicisitudes económicas mientras plasmaba los volúmenes de historias que escribió.
Era un lugar apropiado. Me arrimaba a la mesa más recóndita, donde por cierto había uno de los pocos enchufes para mi computadora, y me entregaba por una hora al trance frenético. Tomaba algunos respiros. Y desde allí veía el incesante tráfico de Northern Boulevard y la gente que entraba y salía del restaurante dominicano al cruzar la calle.
Le arranqué varios capítulos a esa esquina.
Ahora vivo en la que parece casi otra vida. Tengo dos pisos y un cuarto donde me encierro para escribir, pero estos años me enseñaron que importa más el espacio que uno hace en la propia mente que el desahogo físico del que se goce.
13 de febrero de 2005
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Más leídas hoy
-
Hemos dado otra vuelta alrededor del sol desde la última vez que iniciamos el conteo. El año es una marca arbitraria en el camino , pero p...
-
No hay que leer los veinticuatro cantos del poema clásico griego para saber qué es una odisea. Ni siquiera hay que conocer que existe esa ob...
-
En menos de dos minutos este sitio puede desaparecer. Puedo entrar al panel de control y escoger una opción para borrar de una vez lo que he...
Más leídas del año
-
Es el primer verdadero día de invierno de toda la temporada, aunque hace ya semanas que sobrevivimos el trayecto de las horas más oscuras de...
-
No hay que leer los veinticuatro cantos del poema clásico griego para saber qué es una odisea. Ni siquiera hay que conocer que existe esa ob...
-
En un período en que no podía viajar a ninguna parte, yo caminaba por las calles de Hong Kong en una tarde de primavera en que ciertas azale...
-
Puede un hombre que haya sufrido las aventuras de un caballero triste entregarse aún a las más quijotescas aventuras con conocimiento de cau...
-
Acababa de terminar yo de revisar una colección de cuentos en español en que me aseguraba, entre otras cosas, de que las tildes estuvieran b...
-
Estos días tengo que huir de todas mis obligaciones y del escritorio que una vez compré y armé con la esperanza de que sería el lugar de mis...
-
Dirán muchos que la gracia de leer una buena obra de ficción es que, a pesar de las terribles vicisitudes que enfrentan los héroes de una hi...
Girando en la blogósfera
-
-
-
LIBRO DE RAMÓN ANTONIO (NEGRO) VERASHace 17 horas.
-
Begoña GómezHace 21 horas.
-
Home-Grown Gems: Santa Barbara PoetsHace 21 horas.
-
PolancoHace 1 día.
-
-
-
-
-
-
15 de abrilHace 1 semana.
-
¡HA VUELTO CAROL!Hace 2 semanas.
-
el orden criminal del mundoHace 3 semanas.
-
He'll hit, you until that day comesHace 3 semanas.
-
-
MECÁNICA POPULARHace 4 semanas.
-
-
-
-
The MatrixHace 2 meses.
-
Yo, NarcisoHace 2 meses.
-
Crónicas de una ciudad cambianteHace 2 meses.
-
-
2024Hace 3 meses.
-
Poema de Francisco HenriquezHace 3 meses.
-
-
INVOCACIÓN PARA PALESTINAHace 5 meses.
-
-
Los 8 mejores libros divertidosHace 9 meses.
-
-
Poemas con excusa: el equilibrioHace 11 meses.
-
-
PensamientoHace 1 año.
-
Un remake innecesario, pero valiosoHace 1 año.
-
-
-
Rafael N. Fernández: poemasHace 1 año.
-
LetreroHace 1 año.
-
ESCRIBIR DESDE EL CARIBEHace 1 año.
-
-
-
Rey, el fotógrafo de DuarteHace 2 años.
-
ADVERTENCIAHace 2 años.
-
-
Agradecimiento: a los de siempreHace 2 años.
-
-
Cuentos de Borges para dormirHace 3 años.
-
-
Yo, Encarnación EzcurraHace 3 años.
-
EL DIARIO DEL DECAMERÓN IXHace 3 años.
-
-
Nuevo blogHace 3 años.
-
HutchinsonHace 3 años.
-
Machos fieles a la mierdaHace 3 años.
-
Nueva York Encapsulado (Part 9)Hace 3 años.
-
El oído musical en Solo de flautaHace 3 años.
-
-
-
-
-
-
-
-
-
En Miami hay poesíaHace 5 años.
-
-
-
-
Juan Pablo González | Tres PoemasHace 6 años.
-
-
Estrena este sábado 10 de junioHace 6 años.
-
-
-
PREVIEW / Milenka TorricoHace 8 años.
-
La gran novela de Carmen BalcellsHace 8 años.
-
-
-
Querida BlancaHace 9 años.
-
-
Treinta y nueve años, Orlando…Hace 10 años.
-
Oficiales del recuerdoHace 11 años.
-
blog-postHace 11 años.
-
-
Mario Vargas Llosa, un Nobel explosivoHace 13 años.
-
El Hablador 16Hace 14 años.
-
2 comentarios:
Víctor Manuel,
Gracias por este recuerdo que compartes con nosotros.
He recorrido ese tiempo pasado, son unas pinceladas pero nos das lo esencial.
He releído lo que contestaste a mi anterior comentario, me ha hecho reflexionar. Lo primero que estoy haciendo es revisar la ortografía de lo que escribo.
Saludos desde Córdoba, Argentina.
Mario Antonio Herrero Machado
la felicidad solamente existe en el pretérito...
Le arranqué varios capítulos a esa esquina...
importa más el espacio que uno hace en la propia mente que el desahogo físico del que se goce...
Vaya tres perlas, Víctor Manuel. Post como éste hacen honor al nombre de tu blog: desde luego, es un libro abierto...
Enhorabuena, y gracias por esas lecciones de vida.
Publicar un comentario
Gracias por su comentario. El moderador se reserva el derecho de borrar comentarios que sean promocionales o constituyan ataques o abuso de esta plataforma.