12 de enero de 2014

Juan Dicent escribe de "un frío más largo que el invierno"

Juan Dicent, alias Dino Bonao, en la Corte del Bronx.
Foto cortesía del autor.
Loco, déjame contarte una vaina. Este blog que se llama "blogworkorange", título obviamente derivado de la novela, me llamó la atención hace unos años, por dos razones. Estaba bien escrito. Tal vez no en el sentido de la Real Academia, you know, pero sí de la real lengua que se habla en muchas partes del Bronx. Además, el autor parecía estar hablando solo, no como un esquizo sino en el sentido de que no le importaba si tú le parabas bola o no, algo poco característico en estos medios. Seguía escribiendo estos relatos que parecían mezclas de ficción y cotidianidad.

Me dije: Este tiguere hay que leerlo.

El año antepasado publicó su libro de relatos Winterness y, como ya me lo había propuesto, bajé la versión digital en cuanto supe que estaba disponible. Me cayó bien tener el libro porque pasé varias horas del vórtice polar de estas semanas leyéndolo y riéndome con él de sus personajes, mayormente dominicanos, like you and me, my friend, viviendo en esta jodía nevera que llamamos Nueva York.

No es que los relatos de Juan Dicent -- que también usa el seudónimo Dino Bonao -- sean simples chistes ni mucho menos. Lo que pasa es que a veces uno reconoce estos personajes tragicómicos, como el tío que jamás en su vida se ha puesto jeans, o las tías que se pasan llamándose de un estado a otro para ver qué está cocinando la otra, o el primo que "sólo tiene dieciséis añitos aunque ya es un mamañema grandísimo." You get what I'm saying?


La risa también viene por el escarnio que este narrador -- llámese Dicent o Bonao  -- esgrime hacia los protagonistas de sus historias y, en fin, hacia sí mismo: "además soy celoso, inseguro, chismoso, hablador, egoísta, yerbero diario, cocainómano de fin de semana, mal amigo, mal hermano, peor hijo, medio vago, y así las cosas" dice en una de las historias.

La voz que enlaza estos cuentos parece tan directa y divorciada de cualquier trama embutida que a veces se acerca a la anécdota, aunque constituye en el conjunto de sus relatos un retrato más amplio de la comunidad que los habita, estos inmigrantes de los que él escribe: "Vienen de otros países, sueñan regresar a sus pueblos, creen estar de paso, piensan que no viven en el Bronx cuando no sólo viven en el Bronx, sino que en el Bronx van a morir."

Quise hacerle algunas preguntas a Dicent, y él cedió, aunque me quedó la impresión de que no quería contestarlas del todo. Dijo lo que quería decir sobre estos temas en su Winterness.


Me llamó la atención que una de las notas que sirven de introducción a tu libro te describe como un escritor dominicano que reside “permanentemente” en la Ciudad de Nueva York. ¿O sea que, por mucho que te quejes de esta vida invernal, ya de aquí no te vas para ninguna parte? ¿Te sucederá como a ese personaje de tu relato “Southern comfort” que quería que lo enterraran en su República Dominicana natal pero la familia decide que “allá no quedaba nadie para ir a visitarlo, limpiar la yerba en la tumba, llevarle flores el día de los muertos”? ¿Qué pasó con la idea de regresar algún día a tu nativo Bonao?

Nunca tuve esa idea. De hecho, par de familiares se han ido de retirada y volvieron.

Sí me gustaría hacer como Shakira y caer en un avión en la playa de vacaciones.


Si fuésemos a traducir el título de tu libro, Winterness, tendríamos que inventarnos una palabra en español, algo así como "invernalidad" para precisar el estado, condición o cualidad del invierno. ¿A qué atributos te refieres con este concepto frío?

Un frío más largo que el invierno. O sea, para uno que viene de una isla donde por suerte las estaciones no se respetan, se le hace más largo. También me gusta eso de ness; a mí la verdad no me molesta tanto el frío, pero no como el de estos días que en el Bronx Zoo tuvieron que meter a un oso polar para dentro, con los mandriles, que se quejaron bastante.


Tanto el libro como tus cuentos son encabezados con títulos en inglés y hay párrafos donde cambias a esa lengua o te ubicas en el medio de las dos. ¿Será que estás loco por escribir ya en inglés? ¿No te preocupa que solamente los que vivimos en esta realidad de idiomas entremezclados te entenderemos?

No me preocupa ni un chin. Uno habla en español mientras ve las noticias en inglés. Y eso de que no entiendan, no ombe, si se interesan está muy fácil, ahí está Google Translate, que uno mete la palabra en mandarín y la traduce hasta al suahili. Por otro lado caballero, eso de poner títulos en un idioma y mezclar idiomas no es nuevo. William Carlos Williams escribió “Al Que Quiere!” con poemas titulados “El Hombre,” “Libertad, Igualdad, Fraternidad” etc, y los ingleses eran expertos en meter párrafos enteros en francés, alemán, latín y griego.


¿Cuál es la diferencia entre Juan Dicent y tu personaje-narrador Dino Bonao? Sus nombres aparecen en distintos relatos y a veces no sé cuál es que me habla. Explícame tú.

Son el mismo. Es a lo loco eso.


A veces me daba la impresión de que reías a carcajadas mientras escribías algunas de estas historias, o que por lo menos contenías alguna sonrisa burlona hacia esos tíos, primos, padres, madres, parejas, y hacia ti mismo. Rara vez permites momentos de ternura, de compasión o de solemnidad. ¿A qué tanto sarcasmo?

Primeramente, esa es su opinión caballero. No sé si es tanto sarcasmo o simple descripción de hechos por un tipo arrogante. Mi problema con la ternura es que es algo abstracto, no me atraen mucho las abstracciones. A mí particularmente me parece que lo tierno o compasivo es a veces condescendencia hacia el gentil lector, y siamés de lo cursi. La soleminidad me parece una palabra que es como difícil de escribir, solenimidad,  solenmidad, solemnidad.


El tipo de personaje recurrente de Winterness podría describirse como un hombre dominicano – vamos a decir que pasa de los 40, que tiene un familión de hermanos y tíos de los que algunas veces preferiría alejarse, que se encuentra en bares y fiestas deseando mujeres, que tal vez no solamente consume alcohol a nivel social, sino que use cocaína o marijuana, que suelta referencias literarias cuando menos se espera. Es también un hombre triste. Parece incapaz de amar y ser amado a largo plazo o de tomarse en serio y en alguna ocasión él mismo se describe diciendo que “la única analogía que se me ocurre para mi falta de acción es compararme a un paralítico, un individuo con la columna vertebral atrofiada, al que se le ofrece una fortuna, la felicidad eterna, si mueve el dedo meñique del pie izquierdo” pero no lo puede mover. ¿Buscas aludir en estos cuentos a algo sobre el hombre dominicano y su vida emocional?

La verdad es que no busco aludir a nadie. Sí me parece que el narrador es bien disfuncional. Con eso de las referencias literarias me sucede que muchas veces encuentro que lo que quiero decir ya fue dicho impecablemente, y que es mejor citarlo. Además, y eso lo noté en Borges y De Quincey, que cuando uno cita algo bueno, aunque escriba algo malo (no que ellos escribieron nada malo), ya de por sí le dio al gentil lector una recompensa por el abuso, y es posible que busque a esos autores como yo hago.


Noté también en estas historias la ausencia del padre, ya sea porque no está, porque se ha ido, o porque se ha muerto, y, de hecho, tu último cuento es una especie de despedida al padre. Háblame un poco de tu interés en esa orfandad.

Leonard Cohen dice “Y es el día del padre y todomundo está herido.” Somos muchos los que cojeamos de ese lado.


Aparte de la risa, la subversión del lenguaje y el rescate de las malapalabras dominicanas, ¿qué quieres que se quede con los lectores de tus cuentos? ¿Para qué los escribiste?

Los escribí porque me entretiene mucho escribir.


Recomiéndame un autor o un libro y dime por qué lo debería leer.

Tenth of December de George Saunders.

Para mí este libro y Saunders son la modernidad-encuentra-su-clásico. Es una especie de Vonnegut con Twain. Leí eso en algún lado, pero es como verdad, además mezcla ciencia ficción con humor seco, como debe ser, pero al mismo tiempo refiriéndose usualmente a algún problema social eterno, o nuevo, tal vez causado por la era yada yada yada, y sin ningún asomo de atenuantes ni consejitos ni sermones ni juicios contra nadie.

Sigo tus actualizaciones en los medios sociales porque son noticiosas e irreverentes, y a veces te pones serio y criticas a políticos dominicanos por corrupción, a los jueces por decidir que los hijos de haitianos "en tránsito" nacidos en el país no tienen nacionalidad, al expresidente Leonel Fernández que prefieres llamar "Faraonel" por sus ansias de poder. Obviamente te inquieta lo que sucede en nuestro país de origen. ¿Qué tiene que suceder en República Dominicana para que las cosas mejoren?

Que los politicos dejen de robar o que por lo menos lo hagan hasta un punto.



Juan Dicent en video:



13 comentarios:

Anónimo dijo...

Donde se puede cosnseguir el libro...

Lola dijo...

Un tipo muy peculiar, interesante. Pienso que valdría la pena leer su libro pero sobre todo me gustaría oírlo y verlo en persona. He visto los dos videos, con el primero me he reido y con el segundo me he dado cuenta de que este Dino Bonao-Juan Vicent, vale su peso en oro.

Argénida Romero dijo...

Dino, Dino y su escritura. Algo que uno no se puede perder. Me encantó tu entrevista, y sus respuestas. Aunque Dino diga que no, creo que el vive con su pata aquí y la otra allá.

Víctor Manuel Ramos dijo...

Hola. Mira los enlaces al libro y a la página del autor para más detalles.

Víctor Manuel Ramos dijo...

De acuerdo, Lola.

Víctor Manuel Ramos dijo...

Creo que sí, Argénida. Once a bonaense, always a bonaense.

blogworkorange dijo...

lo primero que uno hace aqui en NY cuando se despierta es leer las noticias de RD

Rosa María dijo...

Hola Víctor, feliz año nuevo.
Me morí de la risa con los videos. Ese man sí sabe lo que es un dominicano en NuevaYol...

Rosa María dijo...

Aqui de nuevo: Cuando oigo a Juan en el primer video, pienso que este libro deberia venir con un CD anexo, porque esa entonación que él le da a la lectura es muy peculiar, esas expresiones se entenderían mejor en su voz.
Ahora te hago una pregunta a ti que eres escritor y además dominicano: Esa forma de escribir la puede entender fácilmente una persona que no sea dominicana? o está dirigida a un público muy limitado?...Es la impresión que me da.
Lo bueno es que a Juan Dicent no le importa, según se puede ver en sus respuestas, él escribe lo que le gusta, sin ninguna limitación, me parece una persona muy inteligente, muy auténtico y peculiar. Me gusta por su lenguaje tan coloquial.

Víctor Manuel Ramos dijo...

Hola Rosa María, bienvenida, como siempre. Mira, como dominicano y neoyorquino puedo decir que entendí todo lo que escribió Dicent en el libro, pero creo que algunas personas de otros países se pueden perder en partes y que no hay diccionario que valga para la manera en que nuestra gente juega con el lenguaje. Ahora, en documentar esa voz también está su valor. Pero me parecería excelente no solamente un audiolibro sino un videolibro (¿hemos llegado a una nueva idea?) donde él actúe estas voces. Ha demostrado que lo puede hacer bien con ese video.

Anónimo dijo...

Me recuerda a Quevedo.

Miriam Ventura dijo...

Me encanto tu entrevista

Víctor Manuel dijo...

Gracias Miriam. Ese Juan da buen material en una entrevista.

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