¿No has oído esa canción vieja de Roberto Carlos? Probablemente no. Él también quería tener un millón de amigos.
Y si quieres saber más de mi, ven a mi espacio. ¿Puede el espacio ser mío? Claro que sí. Míralo. Puse allí una canción, y un fondo colorido que revela una parte de mi personalidad. La canción es de Alejandro Filio, uno de mis favoritos. Cántala conmigo:
En esta inmensidad,
a que llaman tiempo;
en esta inmensidad,
donde vamos viviendo;
te encontré frente a frente y, no,
todavía no lo entiendo,
¿cómo fue tanto tiempo sin poderte tocar?
¿Que en qué consiste ser amigos de esta manera? Es bien fácil. Tú me pones en tu página y yo te pongo en la mía. Nos dejamos mensajes. No tienen que ser mensajes grandilocuentes. Cualquier palabrita basta. Puedes venir por la página mía y simplemente decir algo así como: “Hey, hace mucho (como seis horas, más o menos) que no oigo nada de ti. Ven y déjame un saludo”.
Soy muy popular. Siempre me invitan otros a ser sus amigos. Si te haces mi amigo, ellos también te invitarán a ti. ¿Que de qué sirve todo esto? Bueno, pues para mantenernos en contacto, incluso con gente con quienes nunca estableceremos un verdadero con-tacto. Ya no es necesario. La amistad se mueve por fibras ópticas.
¿No sabes de estas redes sociales? Son estos sitios súpercool en los que te presentas al mundo: tu carita, tus poses, tu música, tus intereses, tus conexiones -- para que tus visitantes sepan, en un par de minutos, si les interesas o no. Es el nuevo orden: dime cuántos amigos tienes en tu lista de chat y te diré quién eres.
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