30 de julio de 2015

La inutilidad del ser humano

Día llegará en que un lector no podrá distinguir si esta oración la escribió un ser humano o un robot. Vamos por ese camino en que la informática sustituye a la gente y logra simular lo que somos.

No estoy exagerando. Ya he visto experimentos de periodismo elemental, por ejemplo, realizado por medio de algoritmos que saben recopilar y ordenar información para luego colocarla en oraciones que tienen los sujetos, verbos y predicados en los lugares donde podríamos esperar que estuvieran. Aunque los artículos publicados por medio de estos designios son todavía muy básicos -- recuentos de eventos deportivos o resultados de las bolsas de valores -- estos son los primeros pasos hacia la automatización de los medios.

Me enfoco en esto porque es lo que me toca más cerca, pero no es la única actividad humana que los algoritmos y las máquinas que los ejecutan nos pueden quitar.


Hay robots que se encargan del transporte y la manufactura en las grandes fabricas del mundo. Hay robots que pueden estudiar miles y miles de documentos y códigos de leyes para producir análisis legal y compendios de estrategias corporativas. Hay robots que pueden considerar un número de síntomas y diagnosticar una condición de salud, y otros que pueden tomar la receta médica y procesarla para generar el medicamento con sus recomendaciones de dosis.

Hay robots que pueden jugar fútbol. Hay robots que pueden sonreir. Hay robots que pueden jugar el papel de psicoterapeutas. Hay robots que pueden manejar un vehículo, desde el auto que te lleva de la casa al trabajo a el avión que en autopíloto se mueve de aeropuerto en aeropuerto. Hay robots que pueden transportar cargas, ya sea llevando el correo, comida, medicamentos o explosivos. Hay robots que pueden espiar. Hay robots que podrían hacer la guerra. Hay robots y microrobots en todas partes.

Entiéndase por robot no aquel estereotipo del humanoide amistoso y torpe o de la base de datos fría y calculada que eran C-3PO y R2-D2 (Arturito, de cariño) en La guerra de las galaxias. Un robot es cualquier máquina programada para cumplir una serie compleja de acciones. Al verse de esta manera nos daremos cuenta de que hace mucho que vivimos con ellos, desde el cajero automático que traga y escupe dinero a los vehículos motorizados "Curiosity" y "Opportunity" que ruedan por el planeta Marte desde la década pasada. ¿Y qué tal aquella otra máquina que aterrizó en un asteroide? ¿O la que nos envió las primeras imágenes de Pluto desde la frontera del sistema solar conocido?

Los robots han llegado más lejos que nosotros. Si no me creen tomen su teléfono inteligente y pregúntenle a Siri.

No hay en sí un problema con esto, excepto si pensamos en una serie de cuestiones llevadas al extremo, algunas hipotéticas y otras ya no tanto: ¿qué sucederá con el ser humano cada vez que el robot le sustituya y haga mejor el trabajo que antes le definía? ¿quién o quiénes controlan los robots? ¿tenemos nosotros voz y voto en cómo se usa esta tecnología? ¿o estaremos en un mundo que le pertenecerá a quienes controlen los robots? ¿y qué de los robots que hacen robots? ¿cuánta autonomía queremos seguir dándole a estos aparatos? ¿cómo sabemos que esto no lo escribió un robot?

13 comentarios:

Maritza Bueno dijo...

Gracias Victor por tus puntos de vista tan educativos.
Nosortos tambien estamos programados. Somos el resultado de nuestra cultura, creencias, idioma, educacion, geografía, amigos, familia, etc.

En la mayoria de nuestro comportamiento somos robóticos. Lo que yo he observado que hace una diferencia en mi, es darme cuenta de mi automatismo. Esto me permite darme espacio para elegir. Sin embargo, me queda la duda de que mi eleccion, tambien es un producto de mi programación.
De todas maneras todo esto me parece fascinante y es lo que me mantiene vibrante, activa, aprendiendo y descubriendo nuevas maneras de ver las cosas.

Maritza Bueno dijo...

Victor, te quiero mucho.

Víctor Manuel Ramos dijo...

Es cierto, Maritza, que hacemos mucho en píloto automático y también que nos guiamos por un código aprendido y heredado. Podríamos ver eso como un tipo de programación, aunque tal vez sea más preciso hablar de condicionamiento, hábito y adoctrinamiento. En la programación hay una entidad programadora, mientras que en estos otros casos hablamos de toda una cultura. La programación más clara es nuestro instinto -- todas las funciones que se dan en nuestro organismo sin que estemos conscientes de ellas. Es interesante observar estos automatismos que tenemos y las rutinas que seguimos, los cursos de pensamiento y emociones en que circulamos. Diría que confrontar estas conductas no tiene que ser una cuestión de todo o nada y que hay programas que existen por una razón. Por ejemplo, nosotros nos hemos entrenado para escribir en un teclado, y yo lo hago sin tener que pensar en dónde se encuentra cada letra, o qué va a hacer cada tecla cuando la presiono, o con qué dedo debo presionarla. Este es un automatismo útil, un adiestramiento. Tú que sabes tocar la guitarra sabes lo mucho que tuvimos que practicar para sostener una nota y no tener que pensarlo en medio de una canción. Hay aspectos de la cultura que también están ahí por alguna razón -- en este lado del mundo nos pusimos de acuerdo en que mover la cabeza de arriba hacia abajo es decir que sí, pero en la India la mueven hacia los lados para decir lo mismo, y uno de nosotros pensaría que nos dicen que no. En la sociedad aceptamos reglas que se repiten, manejar a la derecha o a la izquierda, dejar pasar los vehículos de emergencia primero, poner la basura en tal o cual lugar. Pero nada de eso nos hace exactamente como los robots en cuanto a que podemos modificar el programa, aunque ya se vislumbra una próxima generación de máquinas que aprenden de sus errores y del estímulo del medioambiente. ¿Suicidio tecnológico? Tal vez. Se me ocurren unas preguntas a parte de lo que compartes aquí: si somos animales de hábito, ¿será que necesitamos de unas conductas automáticas para nuestro funcionamiento óptimo? ¿Y si nos vamos a desprogramar, qué queda? ¿cómo sería la vida de alguien que se ha desprogramado? ¿Y no puede ser la idea de desprogramarse un nuevo programa igual que el nihilismo, por ejemplo, es en sí una forma de dar sentido a la vida que supuestamente no tiene sentido?

Víctor Manuel Ramos dijo...

Gracias Maritza. Soy un tipo con mucha suerte de encontrarme con personas como tú.

Maritza Bueno dijo...

Pienso que muchos de nuestro automatismo es practico y es valido para nuestro diario vivir.
No me parece que el camino a seguir sea el desprogramarnos. Sucederia lo que señalas: sustituiríamos un programa por otro.
Para mi es asunto de descartar o transformar condicionamientos que ya no me sirven, que quizas, me fueron utiles en el pasado. Al mismo tiempo, probar nuevas posibilidades, que se alinean con lo que estoy experimentando en este momento de mi vida.
Veo que ahora acepto cosas que antes rechazaba y rechazo algunas que antes aceptaba.
Me guio mucho por la paz que experimento ante cada situacion, cuando estoy sola o en relación con los demás.

Maritza Bueno dijo...

El sentimiento es mutuo.

Víctor Manuel Ramos dijo...

Esta es una parte interesante de compartir lo escrito, que a veces la respuesta que alguna nota suscita es de otro carácter y da lugar a otras reflexiones. Hablas del "robot humano" -- por llamarle así -- y de la posibilidad de vivir de una manera más consciente. Es un tema paralelo, pero interesante. Hemos hablado antes sobre las tendencias de autoayuda y en otro escrito yo miraba a la conexión de estas prácticas con la filosofía y no me he propuesto llegar a una conclusión forzada sobre ninguno de estos asuntos, sino que quiero seguir mirando y aprendiendo, o cuestionando lo aprendido. En ese sentido hablamos de lo mismo. Entiendo esto que me dices de descartar o transformar condicionamientos como una manera de renovarse y de tener una mente flexible. No obstante, también veo esta otra parte de que uno puede crear la ilusión de que descarta algo o que se transforma y que a veces ese algo solamente cambia de nombre y somos irremediablemente quienes éramos. No sé si me explico bien. Es curiosa esta cuestión de que a veces adoptamos el lenguaje del cambio (los políticos saben mucho de esto) y nos sentimos cambiados y que ese es un camino atractivo porque parece fácil. Hablo por mí mismo y no de tus experiencias, que pueden ser completamente distintas, tal vez para decir que a veces he creído que pasaba por un cambio y otras veces he cambiado con el flujo de la vida y sin darme cuenta.

Víctor Manuel Ramos dijo...

Acuérdate de pasar a saludarnos cuando vengas a Nueva York.

Maritza Bueno dijo...

Contestando tu pregunta original de si seremos capaces de distinguir algo escrito por un ser humano de un robot. Pienso que surgiran tecnicas capaces de detectarlo y tambien el cerebro humano no para de desarrollarse. Iremos expresando nuevas capacidades, que ahora son una ficcion (por ej volar con nuestro cuerpo fisico). Hay cerebros mas desarrollados o lucidos que otros. Agunos, los menos, seran capaces de distinguirlo.
Existen y existira diferencias individuale en cuanto a nuestra capacidad de distinguir entre lo autentico y lo falso.... Surge la pregunta ¿que es autentico, que es falso?

A mi tambien me pasa, que adopto la jerga del cambio y me descubro a mi misma haciendo lo contrario, cuando menos lo espero. Estoy aprendiendo tambien, a no darme latigazos cuando me sucede. Es parte del aprendizaje.


Maritza Bueno dijo...

De acuerdo.

Víctor Manuel Ramos dijo...

Hola Maritza. Esa es una posibilidad, si estamos en un proceso evolutivo de progreso. Creo que muchos que favorecen la tecnología piensan esto. Yo no estoy tan seguro. Tal vez estamos cediendo actividades y perdiendo habilidades sin ganar terreno en otras áreas, de manera que cada vez somos más dependientes de nuestra propia tecnología.

Maritza Bueno dijo...

Me parece que es asunto de darnos cuenta hasta que punto dependemos de la tecnologia, a costa de no desarrollarnos. No veo nada de malo en aprovecharnos de la tecnologia. Si una maquina puede sustituir el trabajo de un ser humano y es conveniente, pues que asi sea. Por ejemplo un robot enfermero, me parece muy util, un robot que haga los quehaceres de la casa.
¿Podrian fabricar un robot capaz de recibir y transmitir amor?

Víctor Manuel Ramos dijo...

Seguimos, Maritza. Un robot enfermero... pues ya eso está en marcha, ¿pero qué piensa el enfermero y la enfermera que quedan sustituidos? ¿y qué se gana o se pierde cuando el paciente no tiene ese contacto humano porque ahora interactúa con una máquina? En cuanto a lo del amor, no lo dudes, algunos de los robots que he visto en Japón parecen tan humanos que pueden simular una relación si se les programara de esa manera. Leí hace meses un artículo muy detallado sobre el proyecto de catalogar las emociones que expresamos facialmente y el uso de esa tecnología en robots y aparatos de todo tipo. Creo que tu visión es más optimista y progresista que la mía en estos asuntos (y no es que soy un ludita porque tiendo a adoptar la tecnología de consumo antes que muchos). Uno puede pensar en qué se gana con cada avance tecnológico, pero también en qué se pierde.

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