4 de julio de 2007

A partir de un mundo plano

El columnista estadounidense Thomas L. Friedman adoptó en un libro reciente la metáfora de que “el mundo es plano” para explicar la transformación que trae la globalización. En su fascinante libro del mismo título, él explica que el acceso del ciudadano común a las redes cibernéticas allana el camino a la competencia -- aplanando el mundo.

Aunque Friedman se refiere sobre todo a intereses económicos, el asunto nos atañe a todos, y nos convendría hacernos la pregunta de dónde encajamos nosotros, como individuos, en este mundo globalizado. Es decir, ¿de qué manera podemos adaptar nuestras capacidades y talentos a un mundo donde la información fluye instantáneamente de hemisferio a hemisferio? ¿Cómo nos afectará esta aceleración y apertura del mercado global?

En primera instancia, uno pensaría que la existencia de estas redes es buena para los escritores y artistas de todo tipo -- ahora capaces de dar a conocer sus creaciones alrededor del mundo con un presupuesto mínimo. Pero no es del todo así, porque se da un fenómeno curioso. Para poner un ejemplo acorde a mi interés: Escribe el que escribe y escribe el que no escribía, y casi ninguno lee, pues todos queremos que nos lean. El aumento de acceso a los medios, aumenta el ruido y el hastío, haciendo que sea más difícil encontrar la aguja en el pajar.

¿Entonces qué? Yo digo que aún así existe un lugar en estos medios para el quehacer literario y otros aspectos del arte, pero que al contrario de ese aparente individualismo del todo contra todos, hace falta la asociación de quienes buscan esa expresión pura y directa, de quienes comparten la apreciación literaria, para que todos, en conjunto, puedan resaltar como comunidad -- en vez de ser estrellas que brillan solitarias en el firmamento.

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