22 de noviembre de 2006

Claroscuro: cara a cara a Rembrandt.

De pintura sé poco. Mas no se necesita técnica para reconocer lo extraordinario.

Lo experimenté hace poco, cuando cayó en mis manos un libro, que probablemente es un texto educativo para clases básicas de artes plásticas. Trata del pintor Rembrandt Harmenszoon van Rijn. Mejor conocido como Rembrandt. El tratado es un compendio a manera de introducción, escrito por Kenneth Clark.

Había visto obras de Rembrandt. Casi todos le conocemos, aunque no lo sepamos. Las imágenes que él materializó de entre sombras y luces son parte de la conciencia de la humanidad. Pero no es lo mismo conocerlas de paso que detenerse ante los ojos del artista en sus autorretratos. O descubrir el detalle que se oculta en las sombras de alguna escena. O espiar aquella mujer que --siglos después-- todavía se baña.

La maestría con que plasmaba los rostros, sin ningún juicio moralista que ahora pudiera resultar anticuado, supera en pasión a la fotografía. Pero hay algo más. Es como una aceptación de que se está de paso por la vida.

Uno está ante un genio.

3 comentarios:

Anonymous dijo...

Magnífica pintura. Me imagino a la dama cruzando el río para acercarse a la cubeta con la ropa que va a lavar.

Lo bueno perdura.

Saludos

Anonymous dijo...

Magnífica pintura. Me imagino a la dama cruzando el río para acercarse a la cubeta con la ropa que va a lavar.

Lo bueno perdura.

Saludos

El Bosco dijo...

Totalmente de acuerdo. Rembrandt es genial. Lo que más me gusta es su colorido sombrío y tan característico de él.

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