9 de junio de 2016

Morir por palabras

Oscuridad

Avijit Roy regresaba en un bicitaxi con su esposa después de asistir a una feria del libro en Daca, Bangladés, cuando dos sujetos los detuvieron, arrastrándolos sobre el pavimento para caerles a machetazos.

En una de las imágenes que dio la vuelta al mundo por los medios de prensa se veía a un niño, apenas un adolescente de brazos largos, barriendo con una escoba de mano la mezcla de agua y sangre que quedó en la acera donde sucedió el crimen.

El pecado de Roy, un humanista secular de ciudadanía estadounidense y raíces bangladesíes, fue sentarse ante un teclado y escribir, tanto para las páginas de sus libros como para su blog. Expresar su pensamiento. Hacerlo en el seno de una sociedad con elementos radicalizados por las interpretaciones más férreas del fanatismo religioso.

Su error fue ignorar las amenazas que recibió por medios sociales.

Roy, quien falleció camino al hospital, tenía 42 años. Su esposa, también descrita como una bloguera, quedó gravemente herida y perdió un dedo en el ataque.

Eso sucedió en febrero de 2015.

El siguiente mes otro bloguero de convicción atea, de nombre Washiqur Rahman, fue atacado con largos cuchillos en esa misma ciudad y se desangró hasta morir. Sus conocidos lo describieron como un hombre muy humilde que escribía con una buena carga de sarcasmo. Tenía 27 años.

En mayo de ese mismo año Ananta Bijoy iba camino a su trabajo en un banco en la ciudad de Sylhet al noreste de Bangladés cuando cuatro hombres armados con machetes le fueron encima. Él trató de huir pero lo alcanzaron con ramalazos en la cabeza y terminaron despedazando su cuerpo, según los recuentos de la prensa internacional. Bijoy, de 33 años, blogueaba sobre ciencia; estaba interesado en la teoría de la evolución; gustaba de la ciencia-ficción y editaba una revista de corte racionalista. Pensaba demasiado.

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