5 de abril de 2014

Los blogs pasados de moda

Sucedió más o menos a inicios del año 2009. Las hordas que llenaban de letras, oraciones y párrafos las redes se fueron esfumando hasta que el silencio fue tan ensordecedor que hicieron que se cumpliera aquella declaración tecno-apocalíptica del periodista y escritor Hernán Casciari cuando afirmaba que moriría “la noción de que un blog es un género” significando ello que ser “bloguero” dejaría de ser algo que estaría de moda.

Los que tal vez por apego, confusión, rezago o testarudez (o una combinación de todos esos factores) seguíamos en estos espacios donde se puede compartir mucho más que los 140 caracteres de Twitter y las actualizaciones de estado de Facebook y Google Plus (o las instantáneas de Instagram y los textos fantasmas de Snapchat y otras diversiones por el estilo) pudimos ver cómo se acababa aquella tendencia de publicar un blog simplemente porque sí, porque se podía: de “blogueros” que todos los días publicaban algo, cualquier cosa, y luego se iban a comentar sin leer las notas de los demás solamente porque buscaban “visitantes”.

Aquí nos quedamos, cada vez con menor número pero tal vez con mayor fidelidad de unos cuantos, los que desde el principio veíamos la promesa de publicación de contenido propio y buscábamos un verdadero intercambio de ideas, cuestiones y voces en las notas (siempre digo “notas” porque nunca he querido aceptar ese anglicismo horripilante de “entradas” que nos impuso el medio) de nuestros blogs (a contraposición de lo anterior, nunca me gustó la traducción a bitácoras, que me sonaba algo así como un diario de marinero, así que en lo que concierne a este término me quedo con el inglés).

Los que nos empeñamos en mantener estos sitios, después de que perdieran el encanto de la novedad, somos de esos sujetos extraños que todavía lo mismo hojean periódicos, escriben cartas y abren de par en par el canto de un libro que navegan por sitio tras sitio de Internet, participan de videoconferencias y bajan libros digitales para lectura rápida en tabletas electrónicas.

Todo es parte de un proceso mayor de comunicación en el que los medios y las plataformas tecnológicas son un asunto incidental.

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