28 de junio de 2012

El árbol de las palabras


La primera vez fue una tarde en la que los poros de todas las aceras parecían sudar. Supiste que algo sucedía. Las imágenes venían unas tras otras y algunas oraciones llovían completas mientras conducías por la autopista.

Fuiste a casa, a la casa de entonces, aquel apartamento encaramado desde el que veías unos rieles abandonados en un viejo camino de tierra, el mismo por el que todas las mañanas pasaba una mujer vestida de blanco camino al hospital. Eran esos días mágicos en que rebosabas de una fe en lo posible y veías casi todos los obstáculos como impedimentos pasajeros.

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