1 de enero de 2012

La invención de Hugo Cabret

Al ver hace unos días la película "Hugo" de Martin Scorsese me quedé pensando sobre el papel que juega el creador, o sea el director de cine, o sea el escritor, o sea el poeta, o sea el pintor, o sea el escultor, o sea aquel que imagina historias, personajes y escenas y las plasma en algún medio con la esperanza de que otros las descubran.

Crear no es necesariamente expresar algo nuevo, sino en gran manera revestir de nuevas formas lo que siempre estuvo ahí. Es en muchos casos renovar alguna visión básica sobre lo que es el ser humano.

Esta película --cuyas representaciones de la ciudad de París de la primera mitad del siglo pasado son arrebatadoras en la versión de 3D-- logra expresar en la persistencia de un huérfano algo muy sencillo, a la vez que guiña un ojo al que se interese en el arte de la creación.

Habla del papel de los creadores como atrevidos predigistadores, visionarios que de alguna manera intuyen que el arte no es solamente entretenimiento. La película, basada en la novela gráfica «La invención de Hugo Cabret» de Brian Selznick, también nos dice que todos estamos aquí para alguna razón -- aunque esta sea hija de la misma imaginación que enriquece nuestras vidas.

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