22 de agosto de 2010

Una lista de lectura

Hace poco empecé una lista de obras de ficción que estaba leyendo porque, como el típico lector de varios libros a la vez, a veces pierdo la noción de cuántos llevo iniciados.

Este deseo de establecer orden me llevó a descubrir una nueva obsesión, similar a la de los hobbies que muchas personas ponen en sus pérfiles biográficos como puntos definitorios de sus personalidades. Seguí hasta incorporar títulos leídos el año pasado, y el antepasado, y así en lo sucesivo – hasta terminar con una suerte de catálogo de mi lectura de ficción.

La primera observación que resultó de este extraño ejercicio fue que en promedio leo unas doce novelas por año, o sea una por mes, aunque mi lectura suele ser simultánea entre una novela en español y otra en inglés, que voy alternando con algunos otros libros de prosa periodística o académica, alguna colección de cuentos y uno que otro libro de poesía. Esto sin contar los periódicos y revistas ni los blogs que me son de interés.

También noté que muchos libros que tengo que leer, ya sea porque quiero leerlos o porque son imprescindibles en la formación de cualquier lector-escritor, no los he tocado. Esto último llevó a una expansión del proyecto. He agregado más de una docena de títulos a la lista de pendientes, que sigue creciendo. He anotado los que tengo empezados, los que abandoné y hasta los países de orígenes de los autores en una hoja de trabajo como las que usaría un contable para tabular los ingresos y egresos de alguna empresa. A la lista también añado nuevas voces: autores que interpretan este tiempo y espacio y que otros me recomiendan.

Ya ven lo que quise decir por obsesivo.

La lista me reveló nuevas lagunas, como por ejemplo que no había leído alguna novela de autor nacido en el continente africano, a pesar de que hace tiempo traigo a J.M. Coetzee en la mira. Esto no importará nada para quien no comparte el hábito, pero sí para los que descubrimos en la literatura una historia no-oficial, personal y hasta espiritual de la humanidad. Adentrarse en una buena obra por un autor de algún lugar remoto y de una cultura ajena es un tipo de viaje del que uno regresa con una visión más completa de la naturaleza humana.

Por eso he seguido esta tarea, y mi lista sigue creciendo, como esas enumeraciones de asuntos por hacer que uno nunca termina de satisfacer.

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