19 de enero de 2009

Los junoismos de Junot Díaz.

Fui yo quien hace tres años empezó el embrión de artículo sobre Junot Díaz en Wikipedia cuando, tras leer su libro de cuentos «Drown», sentí la necesidad de dar a conocer el trabajo de este escritor y de ubicarlo bajo el título de autores dominicanos. Puse allí dos o tres parrafitos y el nombre del libro, lo poco que sabía, y al regresar con los años he visto el artículo crecer -- igual que la fama de Díaz.

Hará diez años que oí hablar de él por primera vez de boca de un conocido novelista norteamericano que, francamente, me confesaba que no entendía what all the fuss was about -- por qué tanto alboroto con este autor y por qué la afamada revista New Yorker lo publicaba cuando rechazaba los escritos de la mayoría.

He is no García Márquez or Carlos Fuentes. Eso me dijo.

Yo detecté celos --envidia quizás--.

No me animé a leer a Junot hasta años después, pero cuando leí sus primeros cuentos me pareció que se repetía aquella tarde de la adolescencia en que la pelota de béisbol me golpeaba en la cara y yo caía atontado en el piso. What the heck did just happen? -- me pregunté. Did he just write that?

Y entendí los celos de aquel otro.

El tipo sabe escribir: aunque creo que para apreciar esto del todo hay que leerlo en inglés y ser bilingüe.

He tardado menos en leer su primera novela, «The Brief Wondrous Life of Oscar Wao», aunque ya hace un año que se publicó. Llegué a tener el libro en mis manos en varias librerías y lo dejaba ahí para otro momento. Esperé a que ganara el Pulitzer (primer autor de herencia dominicana en lograrlo) y lo compré y dejé que pasaran los meses porque no me gusta el hype -- es decir, no me gusta cuando todo el mundo dice que algo es bueno, demasiado bueno como para creerlo.

Leí a Junot lleno de escepticismo, y sin olvidar aquel golpe que me causaron sus primeros cuentos. Would he live up to the hype? (Y me perdonan, especialmente mi profesor de español, pero de Junot no se puede escribir sin cometer el sacrilegio del Spanglish).

I have to say that for the most part I was pleasantly surprised. Si me ha gustado el libro es porque ha superado su estado de hype (es decir, los bombos y platillos publicitarios) y es una novela que se sostiene y se lee bien, pero cuya genialidad no se percibe del todo si no sabes inglés y español, y no solamente español sino español dominicano.

El libro en inglés está plagado de dominicanismos y de slang, pero más que eso está repleto de Junoismos -- vainas que él se inventa o simplemente malinterpreta, no sé si a propósito o como resultado de una especie de ignorancia iluminada que sólo a un nerd como él le luce.

Oscar Wao es este personaje poco probable, pero por eso mismo muy real, que es lo que en la República llaman un gordo pariguayo. Es decir, un ganso. Es decir, un bobote. Es decir, un nerd. Es un pobre sujeto que anda perdido en la ciencia-ficción y no conoce el abrazo de una mujer -- a menos que sea platónico. Y es un personaje trágico (eso se sabe desde el título), cuyo triste e inmerecido destino se explica por la maldad de la historia y se justifica por la superstición.

Pobrecito Oscar.

El defecto más grande de la novela para mi gusto es que termina por explicar toda la desgracia de la dominicanidad con la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo.

Sí, el mismo dictador de «In the time of the butterflies», de la también dominicana Julia Álvarez; sí, el mismo dictador de «La fiesta del chivo», del peruano Mario Vargas Llosa; sí, el mismo Trujillo de siempre, el Satanás dominicano.

Haven't we heard this story before? Los escritores dominicanos han estado obsesionados con Trujillo y su heredero político Joaquín Balaguer (Demon Balaguer, le llama Junot), también la personificación del mal en la novela «Los que falsificaron la firma de Dios» del dominicano Viriato Sención.

Y yo me digo: ¿cuándo es que dejaremos el maldito vicio del trujillismo y el balaguerismo? (Algo así como el franquismo, el castrismo, o el pinochetismo). Is that what we'll reduce the part-island to? A couple of dead caudillos?

Aparte de eso está también la verdad de que Trujillo fascina a los escritores porque el personaje dictatorial nos recuerda la propia arbitrariedad, y el potencial de maldad en la gente común.

Lola, que es la vivaz hermana del tal Wao, declara: "Diez millones de Trujillos es lo que somos".

Díaz es un maravilloso escritor y la novela contiene una fuerte telaraña narrativa que expone al fin y al cabo los dos polos de la inocencia y la maldad, un asunto que trasciende la dominicanidad y se coloca entre los temas más importantes de la literatura. Vale la pena leer a Junot, pero para disfrutarlo hay que aceptar que leerle es entrar en su mundo y no engañarse con que es una representación de la realidad dominicana. But what else is literature, anyway?

13 de enero de 2009

La casa de enfrente

Anduvimos dentro de ella antes que la terminaran, subiendo sus escaleras a medio hacer y admirando cómo cobraba forma en cada visita. Fue la primera vivienda de la calle en completarse y la primera en habitarse – un imponente armazón de dos pisos que hacía empequeñecer la nuestra, de menor estatura que cualquiera de las otras que se harían en esta calle.

El día de nuestra mudanza ellos estaban ahí. Nos llegó desde sus adentros el eco de la percusión de la salsa. Conocimos al fin a sus ocupantes, una pareja y su niño, más regocijados y menos asustados de estrenar casa que nosotros, sus nuevos vecinos -- aunque fuera la casa que lo estrenara a ellos. Optimistas y lo suficientemente patrióticos como para armar su propia celebración de fuegos artificiales en el día de independencia.

Vivían el cacareado sueño, sin importar si fuera a crédito.

Vimos el pasto enverdecer, el jardín florecer y, casi de inmediato, los primeros trabajos. Una nueva entrada, empedrada en imitación europea; los cómodos asientos a la sombra de la galería; los nuevos árboles y decoraciones tropicales a la entrada; el patio hecho para tardes de fiestas a la barbacoa. Y para culminar ese año las vistosas luces navideñas.

Estaban los nuevos y grandes vehículos de los días en que aparentemente no importaba el precio de la gasolina; los muebles sin estrenar que llegaban forrados en plástico; los juguetes del niño.

Nosotros apenas llenábamos un rincón de nuestra casa con muebles de sospechosa vejez.

Hemos visto el proceso invertirse en unos años. La grama tornarse en yerba y maleza que se desborda sobre las aceras; la casa vaciarse en repetidas ventas de marquesina; el hostigamiento de los cobradores y, luego, los camiones que se llevaban bienes.

Los intereses subieron. Las viviendas bajaron de valor. Muchos empleos desaparecieron.

Los vecinos han desalojado en la oscuridad de la madrugada, espantados de su propia sombra. La casa está vacía. Es un gran armazón sin vida.

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