6 de septiembre de 2008

El porqué de la literatura

Escribir literatura es filosofar sin perder en la expresión el sentido de la belleza. ¿Quién podría decir que las grandes obras literarias no son un reflejo, si no una expresión y divulgación, de principios filosóficos? Las historias son, desde el principio, la manera en que el ser humano se ha explicado el universo y a sí mismo.

Recordemos que "En el principio era el verbo..."

Hay una tendencia posmoderna a creer que se puede escribir sin decir nada, con el solo objetivo de entretener. Pero, aun cuando es sin intención, hay mucho de filosofía en lo literario. El mismo intento de negar cualquier significado ulterior es un ejercicio retórico para una visión de la vida.

Y lo más delicioso del ejercicio literario es la confluencia del arte con el pensamiento profundo, un casamiento extraordinario entre la imaginación, el razonamiento y la aprehensión emocional de las cosas.

Algunos ejemplos.

Franz Kafka nos dejaba una declaración existencial al narrar:

"Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto".


Fiódor Dostoievski nos hablaba del castigo inherente en el crimen mismo en su "Crimen y Castigo," como sugería en las situaciones de su novela y las palabras de su hostigado personaje:

"-¿Compadecerme? ¿Por qué me han de compadecer? -bramó de pronto Marmeladof, levantándose, abriendo los brazos con un gesto de exaltación, como si sólo esperase este momento -. ¿Por qué me han de compadecer?, me preguntas. Tienes razón: no merezco que nadie me compadezca; lo que merezco es que me crucifiquen. ¡Sí, la cruz, no la compasión...! ¡Crucifícame, juez! ¡Hazlo y, al crucificarme, ten piedad del crucificado! Yo mismo me encaminaré al suplicio, pues tengo sed de dolor y de lágrimas, no de alegría. ¿Crees acaso, comerciante, que la media botella me ha proporcionado algún placer? Sólo dolor, dolor y lágrimas he buscado en el fondo de este frasco... Sí, dolor y lágrimas... Y los he encontrado, y los he saboreado. Pero nosotros no podemos recibir la piedad sino de Aquel que ha sido piadoso con todos los hombres; de Aquel que todo lo comprende, del único, de nuestro único Juez".


Y qué del Pedro Páramo de Juan Rulfo y sus exploraciones por las veredas de la muerte:

"Fui andando por la calle real en esa hora. Miré las casas vacías; las puertas desportilladas, invadidas de yerba. ¿Cómo me dijo aquel fulano que se llamaba esta yerba ? " La capitana, señor. Una plaga que nomás espera que se vaya la gente para invadir las casas. Así las verá usted".


Es evidente. La mejor literatura nos habla sobre las inquietudes más profundas del ser humano, y esta es la razón primordial para leerla -- y escribirla.

Más leídas hoy

Más leídas del año

Girando en la blogósfera