23 de julio de 2008

Compartir el nombre.

Víctor Manuel Ramos y yo nos conocimos por accidente. Creo que fue así: alguien me escribió desde Francia --¿o fue desde Canadá?-- refiriéndose a un manuscrito en el que estaba trabajando y que pronto sometería para mi revisión. ¿Qué? --pregunté. Y vino la respuesta: Lo siento. Quería comunicarme con otro Víctor Manuel Ramos, escritor hondureño y, en ese entonces, director de una editorial en Tegucigalpa.

Nada raro que un nombre como el mío exista en América Latina. De hecho, en el barrio donde crecí había un tocayo que no solamente tenía mi primer y segundo nombres, sino también mis dos apellidos -- y el tipo no me caía muy bien, por copista. Lo que sí me pareció extraño --además de la casi idéntica dirección electrónica de este nuevo homónimo-- es que él también estuviese picado por el virus de la escritura.

Me puse a investigarlo. Encontré un par de artículos en la prensa hondureña y vi los títulos de algunos libros por ahí. Supe que su profunda aficción es por los libros infantiles.

Al fin, le escribí.

Hará años de eso. Desde entonces el doctor Víctor Manuel Ramos y yo, que no soy doctor de nada, llevamos una correspondencia esporádica y amistosa. Tenemos un pacto: yo le paso sus correos desviados y él me pasa los míos. Hemos decidido compartir el nombre.

En todo esto no le había leído, hasta que hace poco intercambiamos libros. Creo que él salió perdiendo en esa transacción. Yo le envié mi «Morirsoñando» y él me hizo llegar un sobre con títulos y personajes tan tiernos que me dan ganas de ser niño.

Está, por ejemplo, «Aventuras de un globo terráqueo», la historia de un globito viejo al que le faltaban letras pero le sobraba cariño. Tiene mi tocayo el arte de intercalar diálogos sencillos entre el globo terráqueo y un niño con observaciones como estas:


"Las estrellas son como florecillas perfumadas tiradas al azar en toda la extensión del cielo; la luna es como un inmenso campo de tranquilidad. Pero no todos los niños son felices".


Y tiene cuentos infantiles de mucho brillo, como «Mario Fernando quiere una estrella» de su libro «Monsieur Hérisson y otros cuentos». ¡Qué dulzura! Es la historia de un pequeño que va en busca de un lucero, y de un ser vivo que no tiene el corazón para defraudarlo.

Pero el libro que más me ha llegado es el dedicado a "una faceta desconocida de Víctor Manuel Ramos", según dice en su cubierta. Se llama «Paseo por La Leona» y es una lírica colección de poesías eróticas. He tenido la extraña sensación al leerla de que combina la intensidad de la sensualidad con la inocencia del autor de niños -- presentando una visión pura, y por lo tanto bella, de la mujer y la sexualidad. Una visión que comparto.

Me atreveré a reproducir aquí «Dormir a tu lado», una de sus poesías, porque solamente así puedo transmitir a otros la sensación de paz que deja su lectura.

De esta manera, se me hace muy fácil compartir el nombre.


Dormir a tu lado.

Dormir a tu lado,
compartir la almohada
y tener dispuesto el brazo
para estrecharte.
Sentir tu pecho
palpitar de vida.

Quererte
más allá del olvido
y sentir el amor
como la sustancia
de la eternidad.

Acunarme en tus brazos,
protegerme bajo el palio
de tus cabellos,
oír la música que nos sustancia
y explorarte dulcemente.

Amarte
y decir tu nombre
que se repite con el mío
como el eco
desde tus labios.

Desearte
y escuchar el pulso
trepidante en tus arterias
como ríos caudalosos
sobre las limpias sábanas.

Poseerte
con vital aliento
y escuchar en silencio
el renacer de la vida.

Dormir contigo,
quiero decírtelo,
es hilvanar
la eternidad de nuestras vidas.

13 comentarios:

Silvia Porras dijo...

Creo que la espontaneidad que deja escuchar la voz de la naturaleza, es el acto mas sensual que pueda existir en el universo.

Me encanto ver como ambos se apoyan en la tarea de rescatar sus emails, eso es muy simpatico.

Gracias por este post.

El insomne parlante dijo...

En primer lugar agradecerte tu paseo por mi blog y tu comentario. Sin duda alguna tienes razón en lo que dices, y yo me refería precisamente al gran potencial del medio. Obviamente... hay de todo ;-)

Este post tuyo me ha sorprendido por lo casual. También yo comparto nombre y apellido con un gran fotógrafo español, y en ocasiones he recibido e-mails que iban dirigidos a él y se los he reenviado. Lo mismo hace él con los míos. Es muy curioso como este medio nos hace compartir, pero de ahí su grandeza.

Un fuerte abrazo y enhorabuena por tu blog.

Argénida Romero dijo...

Esas son las casualidades de la vida que nos muestran lo maravillosa que es. Me gustó mucho ese poema...me gustaría tener una tocaya poeta, pero no creo que Argénida sea un nombre tan común.

Abrazos

Saziwe dijo...

Mundos paralelos...
¿casualidades?...

Esto se parece a algo que lei de Jorge Bucay
que se llamaba "Amarse con los ojos abiertos"...
Cruces de e-mails, "equivocados nombres"...

Baakanit dijo...

Wow, te ha tocado un tocayo bastante talentoso. Siempre es interesante ver como el azar y el internet se las arreglan y hacen que gente que quizás nunca se conocerían se lleguen a conocer.

Cuando era un chiquillo recuerdo que fui a una consulta médica y el pediatra se equivocó, y extrajo de su archivero un folder con el historial médico de otro Engels Vargas, este tenía mi edad pero era de Bonao.

Me alegra saber que ustedes sigan en contacto. Keep it up.

Saludos

Víctor Manuel dijo...

Hola amigos, mis saludos.

Silvia -- Sí.

Insomne -- Este asunto de los nombres fue una excusa para que nos conociéramos.

Argénida -- Me recuerda esto la idea, que anda por ahí en el eter de la ciencia-ficción, de que todos tenemos un gemelo malvado, que hace lo opuesto de lo que hacemos y nos cancela. Solamente que en estos casos no son gemelos ni serían malvados.

Saziwe -- No he leído ese libro de Bucay, pero esto no es ficción -- o tal vez lo sea.

Baakanit -- Yo tengo que presentarte a tu doble, pero no pudo ir esta vez que estuvimos en Nueva York. Me pareció curioso que el otro día andaban los dos en el mismo concierto de Julieta Venegas. Tal vez se pasaron por el lado y no se reconocieron.

Sonia T. dijo...

Me gusto mucho el post, y el poema y la anectadota que cuentas. Todos los días me gusta más esta cosa que llamamos Internet. Imaginate, ¿cuales eran las posibilidades de que tu y Victor Manuel se hubieran conocido si no fuera por el Internet? ¡Sencillamente alucinante! Aunque claro, como ya sabes también escalofriante -a veces.

abrazos!

PD. Estoy en Orlando, me gustaría verlos otra vez -aunque esta vez he venido bastante vaga, me la he pasado mirando las ardillas en el patio, y observando la monotonía de la lluvia :).

Víctor Manuel dijo...

Sí, Sonia, es maravilloso conocer gente que uno debiera conocer, pero que de otra manera quién sabe. Yo pude, por ejemplo, cruzarme con alguien por la Roosevelt Avenue y no dirigirle la palabra, no conocer sus pensamientos -- a menos que... Bueno, ya entiendes. En cuanto a tu visita, es buena la vagancia a veces: a mi me gusta acostarme cuando llueve y no hacer absolutamente nada, pero lamentablemente tengo que trabajar. Comunícate y lee el mensaje que te dejé sobre el domingo.

Franjamares dijo...

Que coincidan todos los nombres es raro pero puede ocurrir, que el tipo en coincidencia sea además escritor y comparta parecidos gustos literarios, eso ya puede ser fruto de alguna ley más sutil, de una cierta atracción entre personas de mentalidad y emociones afines...
Este verso de tu tocayo especialmente me gustó:
Dormir contigo,
quiero decírtelo,
es hilvanar
la eternidad de nuestras vidas.

Saludos.

Rosa Silverio dijo...

Hola, Víctor Manuel.

Qué interesante esta entrada y esa coincidencia al poder encontrar a un tocayo tuyo que es también escritor.

Yo sé de varias Rosa Silverio y a una la conocí. Hay una Rosa Silverio en Angola (con esta me carteo cada cierto tiempo y es una persona maravillosa, muy humana), otra en México, otra en New York, y aquí en el país hay una que es enfermera o algo así, otra que es miembro de la Cámara Junior, otra que trabaja en la UASD y la que conocí que es cristiana.

Precismaente con esta tuve una "pequeña diferencia" pues resulta que ella un día se encontró con mi hermana y me mandó a advertir que a mí que me portara bien, que mucho cuidado con lo que yo hacía, porque ella era cristiana y tenía que cuidar su reputación y su buena moral. Mi hermana me lo dijo textualmente y como imaginarás esto a mí me cayó como un balde de agua fría, como una bofetada, como un pedrada...

Me puse a hablarle a las paredes y al final para desahogarme hasta escribí una entrada que puse en mi blog hace mucho. Me pareció desatinado el "mandado" de la otra Rosa y me pareció el típico comportamiento de los evangélicos que se creen que sólo ellos son salvos, que sólo a ellos vendrá Cristo a rescatarlos en una nube, mientras todos los demás arderemos en el infierno, en lagos de azufre y fuego, jejeje.

Al final me desquité enviándole lo que escribí en el blog a ella. :)

Eso sucedió hace como dos años y hace una semana un amigo me contó que una compañera de trabajo le dijo que su mejor amiga se llamaba Rosa Silverio, y él me mencionó a mí, entonces ella le dijo: Ah, sí, sé quién es, ella tuvo un problema con mi amiga de abogados y hasta de tribunales.

Sí, abre los ojos como platos. Eso es para que veas cómo la gente exagera las cosas y las tergiversa a su manera, pues luego de que yo le enviará mi post y de que mi tocaya y yo habláramos por el messenger yo diciéndole lo que pensaba y ella invocando a Cristo, jamás volvimos a tener contacto alguno.

Actualmente sé que como su dirección es muy parecida a la mía, a ella por error le llegan mensajes que son dirigidos a mí.

Ella nunca me los reenvía.

:)

Víctor Manuel dijo...

Hola... gracias por seguir enriqueciendo mi blog.

Frankjamares -- eso es completamente posible.

Rosa -- gracias por compartir esa historia; creo que en tu caso sí te tocó la gemela malvada de la que hablaba en un comentario anterior... Si es tu opuesta, esa otra Rosa Silverio probablemente escribe muy mal.

Joselu dijo...

Estas son las afinidades misteriosas que llevan a compartir emociones, sentimientos y aficiones. Sé que tengo muchos tocayos con mi primer apellido. Me llamo José Luis González, pero nunca he tenido ocasión de intercambiar emails ni comunicación alguna. Me ha emocionado y sorprendido la vuestra. Es sorprendente el hecho así como la falta de vanidad que lleva a dialogar por encima de la casualidad azarosa de los nombres. Gracias por tu comentario. Acababa de publicarlo y me encontré de nuevo con amigos allende el mar. Gracias por reencontrarte. Hermoso el post, como siempre.

Isabel dijo...

Nosotros no somos tocayos, pero resultamos siendo vecinos. No es curioso lo pequeño que es el mundo?

Me acordaste de una tocaya mía de nombre y apellido completos, que además asistía a mi misma escuela y cursaba un grado menor. Me pregunto que habrá sido de ella. Tampoco me caía bien por copiona. Peor aún, me molestaba que parecia que nadie me conocía a mí y todos la conocían a ella. (O sea, que para los ojos del mundo, la copiona era yo) A lo mejor llegaríamos a ser ahora grandes amigas, son curiosas las vueltas de la vida.

Bueno saber que te mantenés en contacto con este señor vecino de mi tierra e interesante conocer su trabajo a través del tuyo...

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