Saco esta bolsa de plástico que traigo y extraigo de ella un espécimen raro: es un ejemplar de una edición limitada de «La realidad y el deseo», el poemario del escritor Luis Cernuda. Mi esposa lo rescató hace varios años del basurero de una biblioteca y me lo regaló. Es solamente uno de veinticinco libros impresos en una primera edición de lujo de 1940.
El poema que busco está en la página sesentiséis y, al leerlo en este lugar, me siento más seguro de que Cernuda lo escribió con los dedos de los pies enterrados en esta misma arena que ahora toca los míos.
Hemos venido a la playa por esta poesía, escrita en el destierro por un poeta que moriría en el destierro. Se llama «Daytona», igual que esta ciudad floridana, igual que esta playa que dice el eslogan es (érase una vez; posiblemente cuando Cernuda anduvo en ella) “la playa más famosa del mundo”. Leo la poesía --de la que incluyo un fragmento-- en voz alta. Las olas hacen música de fondo.
Sólo un lugar existe, cuyos días
Nada saben de aquello,
Aunque todo allí sea mortal, el miedo, hasta las plumas;
Mas las olas abrazan
A tanta luz aún viva.
A tanta luz desbordando en la arena,
Desbordando en las nubes, desbordando en el tiempo,
Que dormita sin voz entre las ramas,
Olvidado fantasma con su collar de frío.
Me asalta la pregunta de qué es ese “aquello” del que esta playa nada sabe -- y supongo que Cernuda habla de otra orilla, de la suya, de esa España que él dejó atrás; buscando quizás una expresión más libre, encontrando tal vez una libertad menos deseable. Este libro es la obra cumbre de Cernuda y en ella se encuentra más que nada el sufrimiento del destierro, como en la poesía de la que provienen estos versos, que él precisamente tituló «Destierro»:
Una luz lejos piensa
Como a través de un cielo.
Todos acaso duermen
Mientras él lleva su destino a solas.
Esta Daytona ya no es la misma que él pisó: es un monstruo que se alimenta de su arena; repleta de hoteles de menor y peor calidad; abarrotada por esa costra de restaurantes que venden conceptos tropicales; triturada, ensuciada, aplastada, por las llantas de los vehículos. Daytona cayó en el olvido.