18 de abril de 2007

El periodismo digital.

No hace muchos años que se hablaba del medio informativo del futuro como una fantasía. Se hacían reportajes especulativos en los que se veía algún individuo del futuro, sentado en el largo sillón de alguna cómoda mansión ultramoderna, a la vez que seleccionaba y leía las noticias que le interesaban a través de la pantalla de su televisor.

Se hablaba de la desaparición de los medios en papel y por lo menos en algunos sentidos de la convergencia de lo audiovisual con lo escrito. No se entraba en muchos detalles, porque nadie se ocupaba de pensar cómo sucedería esa evolución de medios.

Ya vivimos en el futuro y, de la noche a la mañana en términos relativos, ese medio informativo existe. El siglo que apenas comienza es el escenario de la revolución digital que arrancó en la década de los noventa y ya no es descabellado decir que hay una gran transformación en curso -- y que constituye nada menos que el desmantelamiento del denominado “cuarto poder” para que surja algo nuevo y desconocido.

Este es el siglo en que los periódicos perderán su gran esfera de influencia. Este es el siglo en que los noticieros de radio y televisión se harán obsoletos. Este es el siglo de la noticia inmediata.

Y, como suele suceder, las innovaciones vienen de las fuentes menos esperadas -- y no de la misma industria de la información de la que se hubiera anticipado que estaba mejor posicionada para el cambio. Los líderes en este movimiento son los grandes portales de internet como Google, Yahoo!, YouTube, Blogger, a diferencia de las grandes cadenas periodísticas o las redes de televisión.

Los medios tradicionales están más bien en una lucha por su vida. O se adaptan a tiempo, o los arrastrará la ola digital. Esto implica muchas cosas, incluyendo una revisión de los estándares impuestos por los gremios profesionales. De no haber compromiso con cierta objetividad, por ejemplo, quedaría en manos de quien recibe el mensaje decidir si confía o no en la veracidad de la información que recibe. Por otro lado, esos cambios también abren la puerta a una creatividad expresiva que no existe del todo en los medios de consenso.

Ahora basta con tener deseos, acceso y conocimiento técnico para convertirse en fuente informativa o en columnista de opinión. No hace falta una trayectoria.

Hay “agregadores” de noticias, por ejemplo, que permiten que el receptor --que a la vez es lector, oyente y vidente-- obtenga una compilación al instante de todos los medios habidos y por haber que ponen contenido en la red.

Es una plataforma en evolución, pero prometedora.

No es difícil vislumbrar el día en que los periodistas ya no trabajen para los medios tradicionales que suplen a regañadientes ese contenido, sino directamente para estos "agregadores" de noticias -- o, lo que es más aterrador y excitante a la vez, que generen contenido por sí mismos.

5 de abril de 2007

Verne y la velocidad.

Si Julio Verne escribiera hoy, daría su vuelta al mundo en cuestión de horas.

Leer su «Vuelta al mundo en ochenta días» --en su tiempo una novela de acción-- es comprobar desde nuestro siglo veintiuno cuán rápida es la vida de hoy. Nos hemos acelerado al punto de que estas letras viajan de hemisferio a hemisferio en cuestión de segundos.

Como decía de paso uno de los personajes de la novela: “La Tierra ha empequeñecido”.

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