7 de marzo de 2007

El Principito en tres lecturas.

En aquel entonces, me lo prestó un amigo, que lo recibió de regalo de un familiar. Era un librito pequeño que, por fortuna, tenía dibujos.

Empecé por la primera página sin mucho interés en seguir adelante, pero pronto la sencillez del lenguaje y la voz amistosa del narrador me capturaron. El relato inicial de un niño, que hacía unos dibujos que los adultos no entendían, me llegó muy cerca. Después de todo, yo tal vez tenía siete u ocho años.

Estaba leyendo mi primer libro de ficción.

El Principito“Le Petit Prince”, el libro de Antoine de Saint-Exupéry conocido en español como “El Principito”, sería algo así como mi primer beso en términos literarios.

Lo devoré con fascinación y sin entender muy bien el concepto de ficción. Me parece que creía que, aunque los adultos le llamaran a esto “ficción”, que para mi era lo mismo que decir “mentira”, había un entendimiento entre el narrador y yo de que aquello era verdad.

Me tocaron algunas líneas como aquella de que lo esencial es invisible a los ojos. Me encantó la explicación de que lo que hace que una rosa, una mascota, o una relación, sea especial es el empeño que uno mismo pone en cuidarla. Pero, sobre todo, me sentí hermanado con el tema más amplio del libro: Era una crítica a los adultos y sus asuntos de importancia -- ese tipo de cosas como el empleo, la cuenta de banco y las apariencias -- que al fin y al cabo nos joden la vida, como vocifera Ricardo Arjona en una de sus canciones arrebatadas.

Es curioso, pero cuando llegué a Estados Unidos, varios años después, el primer libro que tuve que leer en mis clases de inglés fue precisamente “The Little Prince”. Lo volví a disfrutar en otra lengua. Encontré en sus oraciones sencillas y en los dibujos un refugio que me era familiar.

Vuelvo a tomar el libro muchos años después, pero ahora me siento junto a la cama a leérselo a mis niños. Ya no es igual. Ahora me parece muy simple y algo predicador. Los personajes son unidimensionales e inverosímiles. La trama es un armazón para empujar ciertas ideas. Y el final resulta fatal.

Toda la prosa se lee perezosa. Esta vez no se humedecen mis ojos.

Pero tampoco me impresionaría mucho si se repitiera el primer beso.

6 comentarios:

Jonás dijo...

En mi caso he de decir que no había leído El principito hasta que no se lo leí a mi hija Clara, hace un par de años. No tenía ninguna lectura anterior con que compararla, lo que a veces es negativo. Me ha pasado con cantidad de libros que me causaron una impresión fortísima, y cuando los releí me decepcionaron. En este caso no podía decepcionarme, y no lo hizo. Me maravilló la historia del muchacho que recorre el universo recordando su planeta con la rosa presumida. Se lo leí con enorme gusto a mi hija. Quizás cuando uno lee algo a temprana edad, tan fascinado queda que luego cualquier lectura le es banal. Si no lo has leído, te recomiendo Vuelo nocturno de Antoine de Saint-Exupery. Es un magnífico relato lleno de carga existencial como a la que a ti y a mí nos gustan.

George dijo...

Ah, manya, yo nunca lei el principito, me lo leyó mi papá. Me quedaron alguanas cosillas que no estoy muy seguro son parte de la historia o las inventó mi papá, como que alguien dibujó una caja y dijo que adentro estaba una obeja, hasta ahora me parece locaso esa idea.

Saludos.

Víctor Manuel dijo...

Saludos. Les escribo desde Nueva York, sitio ya de mi peregrinaje anual.

Jonás -- Sí, por eso quise decir que mi impresión actual del Principito no se parece a la que tuve antes. Todo ello habla de cómo la experiencia que nos brinda un libro cambia según cambiamos nosotros.

George – Bienvenido por aquí, creo que es la primera vez que participas. La historia de la caja con la oveja es parte del libro y habla de ese tema de que hay una realidad invisible a los ojos ordinarios.


Ver mi Libro abierto.

Astrolabio-jsa dijo...

Dicen que uno es sus recuerdos. Y a veces es mejor quedarse con la propia magia del recuerdo, que con el análisis. Por ejemplo, al barrio de niño, uno vuelve después y no le encuentra la misma gracia. Y creo que Víctor Manuel ya está viendo, además, con ojos de escritor. Pero aún con todo, El principito, es un gran libro de crítica a la adultez y de rescate de la vida vista con menos prejuicios. Saludo.

Víctor Manuel dijo...

Astrolabio -- Cada experiencia es única a su momento. Nada de esto volverá. Más que del recuerdo, esto nos habla de la intensidad de cada momento. ¿No te parece?

Gracias por la visita.


Leer mi Libro abierto

Anonymous dijo...

realmente me encanto el libro, la sensillez de la inocenci es lo mejor los niños nos damos cuenta de cosas que los adultos pasan por alto nosotros nos dejamos guiar por el corazon no por la plata ni por el empleo de alguien ni menos por su aspoecto fisico

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